El ejemplo de los cuatro hermanos maristas asesinados en Bugobe hace 25 años ha recorrido las aulas de nuestros colegios a través de un amanecer de recuerdo y reflexión adaptado a cada edad. No celebramos la muerte de nuestros Hermanos. Celebramos sus vidas entregadas. A través de los acontecimientos, escucharon la voz de Jesús que les invitaba a la radicalidad del Evangelio, a quedarse en el campo. Como Jesús de Nazaret, dieron su vida y amaron hasta el final, siendo pan de vida para los demás.
El 31 de octubre de 1996, los Hermanos maristas Miguel Ángel Isla, Julio Rodríguez, Fernando de la Fuente y Servando Mayor entregaron su vida, asesinados en los campos de refugiados de Bugobe (Zaire; actual República Democrática del Congo), en la frontera con Rwanda.
Los cuatro Hermanos trabajaban desde 1995 en el inmenso campo de refugiados de Nyamirangwe, asegurando la educación de los niños y niñas, ayudando en la liturgia, proporcionando multitud de servicios con el coche y con el molino.
Sus escritos y sus cartas hablan con insistencia de su auténtico amor a los refugiados, que se habían convertido en su auténtica familia.
No celebramos la muerte de nuestros Hermanos. Celebramos sus vidas entregadas. A través de los acontecimientos, escucharon la voz de Jesús que les invitaba a la radicalidad del Evangelio, a quedarse en el campo. Como Jesús de Nazaret, dieron su vida y amaron hasta el final, siendo pan de vida para los demás.