Me parece buena costumbre la de aprovechar el fallecimiento de cada hermano para escribir un canto a la vida, a lo mejor de su vida. En el funeral y en los escritos sobre su vida, solemos destacar lo que ha aportado la vida del hermano y resaltamos sus cualidades.
Cuando miramos para la vida de las personas que están a nuestro alrededor, y también cuando miramos para nosotros mismos, parece que lo primero que nos sale son las cosas negativas más que las positivas. Como que tenemos que hacer un esfuerzo para resaltar lo positivo, por inercia nos vamos a lo negativo. Lo mismo pasa al mirar la sociedad, si pensamos en la política, la economía, el clima, … es un cúmulo de lamentos.
Una técnica de entrenamiento en el agradecimiento es practicar cada día la capacidad de admirarnos, la posibilidad del asombro ante tantas realidades que nos pasan. Admirarnos por cada día que amanece, porque la naturaleza es grandiosa, porque el cielo es admirable, … y también admirarnos de los pequeños placeres como tomar un café en buena compañía, un paseo consciente, una sonrisa, …. de las cosas admirables que hay en nuestro vivir, pues la vida nos regala cada día muchas ocasiones para hacer memoria y descubrir lo que tiene de extraordinario.
Qué bueno es valorar lo que tenemos, parece que esperamos a lamentarnos cuando nos faltan la salud, el trabajo, una persona cercana, un hermano. Agradecer es la oración esencial como cristianos, sentir verdadero agradecimiento por lo que se ha recibido en abundancia y lo regalo a otros, sentir lo mucho que se nos ha dado como don gratuito. Basta tener el corazón abierto para percibir qué bueno es Dios con nosotros y qué bueno ha sido con muchas personas cuando recordamos sus vidas.
Agradecer es también una cuestión de memoria, tener memoria agradecida. Muchos salmos son pura expresión de agradecimiento en una historia de salvación. La eucaristía es acción de gracias. Las vidas de nuestros Hermanos y de otras personas reflejadas en estas páginas es pura acción de gracias por lo que han aportado a la Institución Marista y a nuestra Provincia Compostela. Agradecidos de corazón por lo que han hecho y, sobre todo, por lo que han sido.
H.Maximo Blanco