49 participantes de 13 Provincias maristas de habla hispana y portuguesa, nos encontramos compartiendo vida y espiritualidad en la casa marista de Florianópolis (Brasil), en un programa coordinado por el Equipo de Formación Permanente del Instituto. Desde Compostela aquí estamos Ana Oliveira de Carcavelos, Carmiña Escudero de Vigo, Loreto Torres y Eladio Díez de Valladolid, encontrándonos con una riqueza impresionante de personas, experiencias, momentos y lugares.
Una experiencia no solo de tener referencias o conocer mejor nuestra espiritualidad, sino sobre todo de encarnarla de hacerla vida. Comenzamos nuestro itinerario con el H. Óscar Martín Vicario, que nos situó en la espiritualidad del corazón como unificadora, encarnada e inclusiva. Nos invita a mirar en lo profundo de nosotros, es fuego que nos apasiona, y que nos lleva a mirar al mundo de una manera pacificada, humilde y compasiva; reconociendo la presencia de Dios que en él habita.
Con Gustavo Balbinot oramos con el corazón, un taller que nos sirvió para una conexión más profunda como grupo, desde el encuentro en el Dios que nos habita.
La segunda semana Josean Manzanos nos adentró en el mundo de la interioridad como camino para llegar a lo que está en el núcleo de nuestro corazón. De manera experiencial, y anclándonos en la atención plena, el silencio y la quietud, fuimos reconociendo lo que estaba en nuestra mente, como nos vivíamos en nuestro cuerpo, encontrándonos con nuestras emociones, y mirando el sentido, la consciencia existencial que tenemos, desde lo profundo de nuestro corazón.
Con el H. Ismar profundizamos en la referencia de María en nuestra espiritualidad, mujer judía, madre y discípula que nos invita, como ella hizo, a desde nuestra realidad concreta estar abiertos a lo que Dios quiere de cada uno, que probablemente nos rete, nos cuestione ser y vocación. Como en ella, una espiritualidad del corazón, que nos invita a abrazar lo que somos, y a vivirlo en profundidad, a dar respuesta desde nuestras debilidades y dificultades, y ser en plenitud lo que Dios nos llama a ser.
En Curitiba, de la mano de Ángelo Ricordi, conocimos el Memorial Marista, donde miramos a nuestros orígenes, y a la espiritualidad de Marcelino y la comunidad de los primeros hermanos. A ver como sus intuiciones y formas de ser, nos abren caminos para ser más profundos, a vivir en la presencia de Dios; y también a ser más humanos, más cercanos, a ser verdadera familia marista.
Ahora, comenzamos la última semana del programa con la referencia del encuentro con los pobres y más desfavorecidos de la mano de Padre Wilson, y el reconocimiento de ser una Iglesia Sinodal que nos llama a vivir nuestra misión y espiritualidad marista en el mundo de hoy, a través de las palabras del H. Ernesto Sánchez.
Finalizaremos con un retiro y el compartir de lo que estos días ha supuesto para nosotros. Sin haber llegado aún ahí, si podemos afirmar que nuestros corazones se han movido en estos días. Nos sentimos familia, nos encontramos en una comunión profunda unos con otros, y este programa a nivel personal para cada uno ha sido un anclarnos en lo que somos y vivimos, y querer seguir viviendo desde ahí, desde ese corazón, y desde el Dios que habita en él.
Algo que es muy bonito de estos días es como nos relacionamos, como compartimos, como hacemos silencio y oramos juntos, como nos hemos llegado a conocer con calma y profundidad, los ricos diálogos y encuentros que hemos experimentado, las miradas y gestos de cariño continuos, el sabernos hijos amados de Dios, el construirnos como familia marista con una espiritualidad del corazón que nos hace más humanos, y más hermanos.