Son muchos los foros en los que escuchamos que, cuando todo esto pase, habremos aprendido algo importante para la vida y habremos reflexionado sobre lo que es importante, pero esos aprendizajes y reflexiones siento que no vienen solos, si no que llevan un tiempo.
En estos meses, me voy dando cuenta de que se habla de solidaridad, pero también de egoísmo; se habla de iniciativas para las personas pero, también, de saturación. En muchos aspectos hay dos polos, como siempre ha sido y esta situación no es diferente.
Hay algunas cosas que a mí me han ayudado y que veo que ayudan a otros. La primera de ellas es la consciencia; consciencia sobre la situación, sobre cómo yo la vivo y sobre cómo la viven las personas con las que entro en contacto (ya sea en persona, por teléfono o videollamada).
Dentro de ese ser consciente, descubro miedos e inseguridades que cada uno afrontamos de la mejor manera que sabemos o podemos. Hay quien se paraliza o se bloquea y hay quien sigue caminando a pesar de ellos o con ellos.
Me doy cuenta de que, muchas veces, nos cuesta aceptar la realidad, acogerla y acogernos con lo que nos va pasando por dentro. Quizá es uno de los mayores retos que tenemos por delante. El afán de superación, la autoexigencia y la autoprotección aparecen muchas veces.
Otro de los aprendizajes que yo voy haciendo o reafirmando en mi vida durante estos meses es la visión de cualquier persona como mi igual, mi hermano, un ser humano con sus arrugas y verrugas… y desde esa visión aparecen la gratitud por el trabajo de muchas personas, pero también el tratar de poner mi granito de arena desde lo que soy y donde estoy.
Como cristiano me siento confrontado, me siento interpelado y llamado a ser parte del Reino que es ya, pero todavía no de forma plena. Sin embargo, en ese ya, es donde yo no puedo quedarme como un espectador. Estamos llamados a sumar. Somos seres sociales, vivimos en comunidad, en la que contribuimos y aportamos, seamos más o menos conscientes de ello.
En resumen, la vida nos lleva a ir creciendo en consciencia, acogida, sensibilidad y servicio. Encontramos muchos ejemplos de personas que viven desde ahí en nuestro entorno, en los medios de comunicación… la cuestión es ¿aceptas tú también el reto se seguir dando pasos con otros?
No nos encontramos ante un mundo peor que en otras épocas, sólo diferente. Os invitamos a vivirlo como la oportunidad que es. Hoy más que nunca está en nuestras manos decidir hacia qué mundo queremos dirigirnos: el que se queda paralizado o el que intenta continuar caminando. Yo escojo la segunda opción, ¿y tú?
Roberto Díez
Coordinador del Equipo de Pastoral Juvenil y Vocacional