Del 14 al 19 de mayo 28 hermanos mayores, acompañados por el H. Provincial, tuvimos nuestra convivencia anual, esta vez en Carcavelos. Aunque el primer y el último día fueron de viaje, los 4 centrales fueron muy intensos. El primer dato que hay que destacar es que tuvimos el honor de estrenar las habitaciones que se han habilitado en la 3ª y 4ª plantas de una de las alas del edificio.
La mañana del día 15 los hermanos Teófilo y Diamantino se encargaron de sendas charlas formativas. Y por la tarde nos fuimos a Cascais y al cabo de Roca, lugar más occidental de la Europa continental. También ese día, acompañados por el Director, D. Félix Alves Lopes, visitamos las instalaciones del colegio.
El 16, martes, lo dedicamos a visitar Lisboa siempre bajo la experta guía, como en todas las excursiones, del H. Teófilo. Los Jerónimos, el monumento a los descubridores, la estatua de Cristo en la otra orilla del Tajo… aún están en nuestras retinas. Gozamos de la hospitalidad de la comunidad y la dirección del Externato, con la presencia en la comida de D. Luis Gonçalves -que nos acompañó en la posterior visita al colegio-, D. Francisco Vieira, D. Eurico Santos y el H. Pedrinho.
La mañana del día 17 también tuvo carácter formativo. El H. Provincial nos habló sobre la importancia del cuidado personal, y el H. Antonio Leal sobre la historia de los Maristas en Portugal. Se aprovechó para tener un encuentro con los alumnos de 9º D, que nos preguntaron acerca de nuestras circunstancias vocacionales, y nos dieron una carta a cada uno para responderles con tranquilidad desde nuestros lugares de origen. ¡Interesante iniciativa en este año vocacional! Y la tarde la reservamos para visitar Mafra con su maravillosa iglesia y su monumental biblioteca.
Y el 18 fuimos a Fátima, visita obligada para los devotos de Nuestra Señora. Oímos misa en el santuario, comimos en un restaurante cercano acompañados por el H. Pedrinho y D. Francisco Vieira, y visitamos las casas de los videntes. A la vuelta visitamos el Monasterio de Batalha que nos impresionó por su imponente arquitectura. El Equipo Directivo del Colegio de Carcavelos tuvo la deferencia de acompañarnos en la cena de este último día.
La oración de la mañana, la eucaristía, la oración mariana, daban el adecuado sentido a cada jornada. La alegría de sentirnos juntos, de vivir en fraternidad, se traslucía en todos los rostros.
No podemos dejar de nombrar a D. Carlos, el chófer del autocar que, con su pericia, nos hizo posible el acceso a lugares en principio impensables. Y no quería finalizar esta reseña sin agradecer la excelente y fraternal acogida de la familia marista tanto de Carcavelos como de Lisboa.
H. Fernando Suárez