Todos nosotros, los educadores Maristas, tenemos una gran preocupación por amar, cuidar y proteger a los niños y las niñas a nuestro cargo, pero ¿tenemos también una preocupación por amar, cuidar y proteger al niño que fuimos, al niño que SOMOS?
Fue este el tema que profundizamos durante el fin de semana, en el Itinerario de Vida Marista B3 – Portugal. Fuimos invitados a recordar, nutrir y amar a este hermoso e inocente niño que, a lo largo de su crecimiento, tanto vivió y aprendió. ¿Qué momentos nos marcaron? ¿Será que, con la distancia de la madurez, podemos comprender mejor las decisiones de quienes nos rodeaban? ¿Las reacciones que tuvimos (¡que tenemos!) son el resultado de una experiencia vivida? ¿Y cómo lo liberamos, cómo lo curamos, nuestro niño interior? Con amor. Y con perdón. La respuesta siempre será ésta: ver con los ojos del amor y acoger con el abrazo del perdón.
Y fue así que terminamos, con el abrazo y la bendición de ese niño, que sigue necesitando amor, que sigue necesitando SER.
Inês Almas- Lisboa