«Somos permanentemente sujetos educadores y educandos». Partiendo de esa premisa, Francesc Torralba presentó en el salón de actos del Centro Cultural Vallisoletano su «pasión por educar» dejando claro que no es una labor en solitario. En su opinión, la «construcción de la persona» es una obra compleja que abarca a educadores, familias… y en la que no se puede descartar a nadie.
Torralba destaca que las respuestas a esa pregunta, ¿para qué educamos?, son plurales. Puede ser que el niño sea feliz o que se ubique competentemente en el mercado laboral, lo que no siempre va unido. La respuesta marcará nuestro modelo educativo. La finalidad de qué queremos educar da sentido al cómo y al qué debemos hacer en las aulas. «Si se quiere formar ciudadanos críticos, hay que introducir en el aula el pensamiento crítico».
En la actualidad consideró que se producen «graves desproporciones» con jóvenes con una gran competencia digital pero tienen verdaderos déficit en otros ámbitos emocionales y de lenguaje porque nunca han leído poesía. Para Torralba «una educación integral es pluridimensional, observar las diferentes caras del sujeto y entrelazarlas armónicamente». El objetivo es saber ver y desarrollar las «potencialidades latentes» de cada alumno pero, además, educar inteligencia emocional y su «sensibilidad» con el entorno, porque no serán edificios aislados, vivirán en sociedad y marcarán la diferencia.
ELEM
Francesc Torralba impartió esta ponencia de la mano de Maristas Compostela y la Fundación Edelvives. Además, inició la jornada inaugurando el curso ELEM – Liderazgo y Espiritualidad Marista – en el que participan hasta el sábado unos 30 educadores de la Provincia. En este marco, Torralba presento su modelo de liderazgo ético basado en la inteligencia emocional y espiritual.