El camino del HEE (Hermitage Escuela de Educadores) tiene su momento cumbre aquí, en las tierras de Champagnat. La vivencia de esta semana es, de alguna forma, agrandar el sueño que sobre Marcelino cada uno traíamos. Los lazos creados en las cuatro semanas de formación previas se estrechan y toman un nuevo color al vivir las experiencias que incluye la semana en el Hermitage.
Las promociones XV y XVI aterrizábamos en Lyon el día 14 de julio, fiesta nacional de Francia. Nos esperaban cuatro hermanos en el aeropuerto y sentimos una calurosa bienvenida. Una hora después aparecía ante nosotros el idílico valle del Hermitage, con los edificios iluminados por la luz brillante del atardecer. Es quedar embelesados desde el primer momento.
Cuando al terminar nuestra estancia echábamos una mirada a la semana se acumulaban las experiencias. Destacábamos de manera clara que la figura de Marcelino se había avivado en nosotros, que su personalidad, sus actitudes, su estilo de vida, su dedicación a los hermanos, a los niños de la región, su sentido mariano, brillaban de forma nueva y atractiva. Marcelino cobraba vida fresca.
El Gier y la Roca fueron símbolos muy vivos. Momentos de contemplación, tiempos escuchando el sonido de Gier, Amaneceres en lugares emblemáticos. La habitación de Marcelino era lugar muy frecuentado en los momentos personales, y con gusto nos perdíamos por los parajes del Hermitage, siempre evocadores.
La visita a la Valla encontró su momento cumbre en la segunda planta, que simboliza la comunidad, en torno a la mesa. Costaba separarse de esta mesa rústica pero mágicamente evocadora… Lo que habíamos visto muchas veces en fotografías, libros…era realidad viva. Luego, en Nuestra Señora de la Pitié, acompañamos a Marcelino pidiendo por la vitalidad del carisma marista.
Al día siguiente hicimos un tramo del camino hacia Rosey, en silencio, contemplando los lugares tan familiares para Marcelino, después en la aldea, nos adentramos en el conocimiento de la familia de Marcelino, sus años en este entorno, su partida al seminario. Qué bien nos acompañó la comunidad de Rosey, y cómo nos impresionó por sus atenciones, su buen humor y su dedicación Nos sentimos muy agradecidos. Luego seguiríamos a Marlhes, y al lugar Montagne para posteriormente seguir caminando por el sendero Champagnat hasta el Hermitage.
El toque especialmente mariano lo vivimos en Fourvière; ante aquella Virgen Negra que recibió la consagración y promesas de quienes fundarían la Sociedad de María.
Lo que habíamos visto y oído, lo que muchas veces nos contaron, ahora, en esta semana se ha hecho vida, la mente ha dejado el lugar a la vivencia, a la experiencia.
Hubo momentos de formación, reuniones de grupo, comunicación profunda en la Hora Cero y sentimos de modo muy intenso la conexión entre todos los miembros de las dos promociones. Tuvimos también la suerte de compartir algunos días con los miembros de la Valla 200 y del Proyecto Fratelli. Su presencia, su compromiso nos interrogó y admiró.
Nos sentimos muy agradecidos por el testimonio de la comunidad del Hermitage, su cercanía, su acompañamiento, su disponibilidad total y esa forma tan cálida y precisa de explicarnos los lugares maristas, suscitando más la experiencia que la acumulación de datos.