Tiene 28 años, una mirada cargada de ilusión y una guitarra debajo del brazo. Entiende la Profesión Perpetua como un punto y seguido para “intentar pasar por el mundo, yo también, haciendo el bien”.
Rui Pires conoció a los maristas en los Campamentos de Vouzela y, desde entonces, este lugar se ha convertido para él en un “entorno seguro para crecer”. Reconoce que, en la actualidad, quizás nos hemos acostumbrado a ver a los hermanos como personas mayores, pero se siente feliz como “hermano joven” y miembro de esta familia donde, más allá de la edad, “la convivencia y la armonía son profecía de fraternidad”.
Desde aquellos tiempos de campamentos hasta ahora, el camino ha sido “imperfecto”. Así lo define Rui, que no olvida baches y agobios, pero destaca haberse sentido siempre “sostenido y acompañado” y agradece cada experiencia, encuentro, y son muchas las personas que han marcado este viaje de “crecimiento, apertura, sensibilidad y amor hacia aquello que me rodea”.
Un viaje que no termina. Rui Pires tiene claro que la Profesión Perpetua “es un momento de acción de gracias, de tomar conciencia de que mi compromiso se moldea y se nutre de toda la vida que me es regalada” y, con Jesús de Nazaret en el centro, “recordar que el camino sigue”.