Cuando en abril de 2019 nos despedíamos en Palencia después de varios días de trabajo, poco podíamos imaginarnos que nuestras vidas y las de nuestros centros se verían modificadas por la pandemia que sufrimos meses más tarde.
Este año, con unas condiciones algo más favorables que el anterior, el proceso de vacunación iniciado y asumidas desde hace tiempo las medidas de prevención colectivas e individuales a las que ya casi nos hemos acostumbrado, se comenzó a estudiar la posibilidad de realizar de nuevo un encuentro presencial para los administradores de la Provincia Compostela.
Después de tantos meses de aislamiento creo que era necesario poder compartir, de persona a persona, aun cumpliendo con los metros de distanciamiento ya asumidos, o el uso de la mascarilla y el consabido gel higienizante, las inquietudes, los problemas y hasta las pequeñas satisfacciones de este año tan especial para todos.
Los que al final pudimos asistir de forma presencial nos encontramos en Oviedo el 14 de abril para, alrededor de una mesa – de varias en este caso para cumplir las limitaciones de la comunidad autónoma – iniciar unos días de trabajo y convivencia. Los que no pudieron hacerlo en persona se incorporaron al día siguiente a las sesiones de trabajo por videoconferencia.
El H. Román nos acogió uno a uno con palabras de aliento y agradecimiento por todo el trabajo realizado y la superación de todos los contratiempos y problemas que han ido surgiendo en los últimos meses. Todos tuvimos nuestra dosis individual de cariño.
El encuentro dio pie también a que todos pudiéramos compartir nuestras inquietudes personales, nuestros miedos y también nuestros anhelos, tanto desde un punto personal como profesional.
Me pareció importante compartir con mis compañeros el sentimiento de pertenencia a una comunidad, a nuestra familia Marista, que durante estos meses ha sido un apoyo vital para poder desempeñar mi labor en el Colegio con ilusión y esperanza.
El seguimiento de los diversos presupuestos, la creación de un calendario común para todos los administradores de los centros, la unificación de criterios y cuentas contables, Biblomar, la supervisión de los resultados económicos del pasado ejercicio o el repaso de la repercusión futura de “nuestra querida” LOMLOE en el día a día de nuestros colegios ocuparon distintas sesiones de trabajo.
También nos ocupamos de las exigencias y compromisos para el cumplimiento de nuestro marco eco2social que requerirá del trabajo y dedicación de todos para cuidar de nuestra madre tierra.
Pero no todo fue trabajo. La tarde del jueves visitamos las instalaciones del Colegio Auseva. El H. José Luis, administrador del mismo, nos enseñó todos los rincones de ese magnífico colegio, y compartió con todos nosotros sus mejores prácticas, y cómo están solucionando determinados temas en el colegio Auseva.
Dos profesores de historia del cole hicieron de Cicerone acompañándonos en un paseo comentado por las calles más entrañables. La calle Uria, el parque de San Francisco, el teatro Campoamor o los alrededores de la Catedral sirvieron de escenario para compartir risas, fotografías y algún que otro dulce típico.
Al final de la tarde pudimos acercarnos a conocer la Obra Social Xuntos, centro promovido y gestionado por la Fundación Montagne. En este centro pudimos ver de forma especial el carisma de Marcelino, social y solidario, cuando su pensamiento estaba protagonizado por niños y jóvenes poco favorecidos. En un video de presentación en el que el H. Raúl nos mostraba las distintas actividades que tienen lugar en esta institución, me sorprendió ver las sonrisas y las expresiones de felicidad que los niños, seguramente con muchos problemas a sus espaldas, dibujan en sus caras mientras juegan, aprenden y conviven con otros niños. Recordé en esos momentos las jornadas que como voluntaria compartía antes de la pandemia con niños de un centro de acogida. Instituciones como esta nos deben llenar de orgullo; seguro que un Marcelino Champagnat del siglo XXI estaría trabajando codo con codo con nuestros voluntarios en centros similares.
La reunión permitió vernos las caras, casi pudimos rozar nuestras manos, incluso imaginarnos un abrazo. El H. Provincial, presente en todas las sesiones y actividades supo infundir el ánimo necesario y transmitir el sentimiento de familia para que el encuentro fuera algo más que una reunión de trabajo.
Echamos de menos a los compañeros que se incorporaron a los trabajos tras los monitores de sus ordenadores. Quedan pendientes varias botellas de sidra y algún que otro carbayón y moscovita compartido.
Espero que pronto podamos abrazarnos de nuevo, reducir las distancias y que la coyuntura económica y social de nuestro entorno permita continuar con nuestros sueños.
Mónica del Cano Miquel.