El proverbio dice que “para criar a un niño se necesita todo un pueblo”. A Casa da Criança de Tires representa para nuestros niños y nuestras niñas un hogar “imaginario”, donde promovemos y creamos relaciones reales, basadas en un entorno seguro y protegido, con el objetivo de promover los derechos de todos los niños y de sus familias en situaciones de vulnerabilidad social. Así, tenemos la convicción de que una casa existe verdaderamente sólo en una dinámica que fomenta la capacidad de respetar, integrar, escuchar y comprender a cada una de las personas que la habitan y que, por lo tanto, también la construyen. Durante este último año, volvimos a sentir el desafío de, incluso en la adversidad de la separación por la enfermedad del Covid-19, reinventarnos para mantener la “llama” de nuestros afectos en la relación con nuestros niños. Impedidos de relacionarnos con el mundo exterior, éramos el apoyo incondicional de los demás, aunque fuera a través de una simple sonrisa o intercambio de miradas.
El verano nos ha devuelto la esperanza y la libertad de contacto con el mundo exterior. El poeta dice que el sueño manda a la vida. Fue con este espíritu que sentimos que nuestros niños abrazaran el comienzo del nuevo curso, con una alegría exacerbada justificada por la reanudación de rutinas previamente interrumpidas por la pandemia. ¡Esperaron con ilusión el ansiado primer día de clases! El sueño de volver a jugar con sus compañeros, de abrazar a sus maestros, de volver a ser simplemente un niño en un contexto normal, acariciaba los corazones más pequeños y derretía los corazones de los adultos.
También para el equipo de adultos, este es el momento de poder volver a soñar con completar todos los proyectos interrumpidos o las relaciones que quedaron en espera.
Finalmente logramos poner en marcha nuestro proyecto “Hospital de los juguetes” cuyo objetivo principal es promover en nuestros hijos el significado y la importancia del cuidado del otro y de nosotros mismos, así como resaltar la importancia de restaurar las relaciones y corazones “rotos”, es decir los de los nuestros pequeños.
A principios de Septiembre pudimos retomar un contacto privilegiado con un grupo de voluntarios amigos de la Casa, a través de un almuerzo cordial y con derecho a ofertas de material escolar para cada uno de nuestros pequeños. El sueño de volver a sentir el abrazo y el cariño de nuestros amigos voluntarios fue un momento de alegría colectiva y de esperanza para los nuevos tiempos por venir.
También tenemos el sueño de que el próximo Noviembre también podamos retomar el proyecto “Taller de Madres”, tan rico e importante para nuestra intervención con las familias de origen de nuestros pequeños.
Por último, pero no menos importante, creemos que podremos retomar nuestro proyecto de familias amigas, que a lo largo de los años ha brindado tan ricas experiencias a los niños y a las niñas que han pasado por aquí.
En nuestra Casa, el sueño mantiene la esperanza en un futuro más brillante y gratificante para todos.