En el reciente Simposio marista “Fuentes & Manantiales”, dentro de la variedad de ponencias y comunicaciones, dos temas básicos enriquecieron el Patrimonio marista: “La espiritualidad del corazón” presentado por el H. Ángelo Ricordi y “Paradigma de la interioridad” que expuso el H. Juan Jesús Moral. Son dos caras de la misma moneda.
Entendemos la vida espiritual cristiana como “La vida en comunión con Cristo y según su palabra” o “Una relectura histórica y contextualizada de la vida espiritual (marista)”. Mientras que el Paradigma de la interioridad puede describirse como “La dimensión exclusiva de la persona que se conoce por dentro en su ámbito religioso y así lo expresa”. Tenemos, pues, despejado el conceptual camino espiritual a seguir.
Partiendo de tal doble experiencia me he sumido en una triple lectura de a) las cartas del Nuevo Testamento; b) de algunos escritos de Santa Teresa de Jesús y c) de varias sugerencias de San Marcelino Champagnat.
Tal lectura ha sido condicionada por un solo pensamiento: ¿Cómo puntualizan estos autores los fundamentos o ámbitos personales/ familiares de la espiritualidad? Sus respuestas son aquí simples fogonazos cordiales.
a) Nuevo Testamento (1).
Los sentimientos de paternidad y su relativo, de filiación, son frecuentes en las cartas apostólicas.
“Por lo tanto, ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los consagrados y familia de Dios”. (Ef. 2, 19-20).
“Por esta razón doblo la rodilla ante el Padre que da el apellido a toda familia en cielo y tierra… Así Cristo habita por la fe en lo íntimo de vosotros”. (Ef. 3, 14-16, 17).
“En una palabra, como hijos queridos de Dios, procurad pareceros a Él y vivid en mutuo amor”. (Ef. 5, 1-2).
“Y tenemos además un gran sacerdote al frente de la familia de Dios. (Heb. 10, 21).
“Lo que soportáis os educa, Dios os trata como a hijos. ¿Qué hijo hay a quien su padre no corrija?” (Heb.12, 7).
“Si podéis llamar Padre a aquel que juzga imparcialmente las obras de cada uno, conducíos con respeto, mientras estáis aquí de paso”. (1ª Ped. 1, 17).
“Mirad qué magnífico regalo nos ha hecho el Padre: que nos llamemos sus hijos; pues lo somos. (1ª Jh. 3, 1).
“Estoy crucificado con Cristo, pero vivo… no yo, Cristo vive en mí. Mi vivir humano de ahora es un vivir de la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.” (Gál, 2, 20).
“El que cumple la voluntad de Dios es mi hermano, mi hermana y mi madre”. (Mc. 3, 3- 5).
“Y la prueba de que sois hijos es que Dios envió a vuestro interior el Espíritu de su Hijo que grita: ¡Abba! Padre!” (Gál. 4, 6-7).
b) Sta. Teresa de Jesús (2).
Un profundo y expresivo conocimiento de sí misma afloran en muchos textos de la santa abulense.
“Y como Él no ha de forzar nuestra voluntad, toma lo que le damos, mas no se da a Si del todo hasta que nos damos del todo”. (Camino de perfección, 28, 12).
“De mi natural suelo cuando deseo una cosa, ser impetuosa en desearlo. Ahora van mis deseos con tanta quietud, que cuando los veo cumplidos, aun no entiendo si me huelgo. Que pesar y placer, si no es en cosa de oración, todo va templado, que parezco boba y como tal ando algunos días”. (Las relaciones, 3, 4. // 1563).
“Siempre deseaba virtudes, y en esto ha puesto a sus monjas, diciendo que la más humilde y mortificada, sería la más espiritual.” (Las relaciones, 4, 11).
“Otra oración me acuerdo, que es primero que la primera que dije, que es una presencia de Dios, que no es visión de ninguna manera, sino que parece que, cada y cuando una persona se quiere encomendar a su Majestad, aunque sea rezar vocalmente, le halla.” (Las relaciones, 5, 25).
“Parece vivo solo para comer y dormir y no tener pena de nada, y aún esto no me la da, sino que algunas veces, como digo, temo no sea engaño; mas no lo puedo creer, porque a todo mi parecer no reina en mí con fuerza asimiento (apego) a ninguna criatura, sino amar a este Dios.” (Las relaciones, 7, 5).
“Un día después de comulgar díjome nuestro Señor que, en resucitando, había visto a nuestra Señora, porque estaba ya con gran necesidad y había sido menester hasta consolarla.” (Las relaciones, 15, 6).
“Las que de esta manera se pudieren encerrar en este cielo pequeño de nuestra alma adonde está el que hizo el cielo y la tierra… llevan excelente camino”. (Camino de perfección, 28, 5).
“Estando yo una vez deseando de hacer algo en servicio de nuestro Señor, pensé qué apocadamente podía yo servirle, y dije entre mí: ¿Para qué, Señor, queréis Vos mis obras? Díjome: Para ver tu voluntad.” (Las relaciones, 52).
¡Oh, qué bueno y verdadero amor será el de la hermana que puede aprovechar a todas dejando en provecho por los de las otras, ir adelante en todas las virtudes y guardar con perfección su Regla!!”. (Camino de perfección, 7, 8).
“¡Oh, Padre! Oblíganle al Hijo a cumplir su palabra que no es pequeña carga, pues en siendo Padre nos ha de sufrir por graves que sean las ofensas, si nos tornamos a Él, como el hijo pródigo, hanos de perdonar, hanos de consolar en nuestros trabajos, hanos de sustentar como lo ha de hacer un Padre.” (Camino de perfección, 27, 2).
c) San Marcelino Champagnat (3).
La afabilidad, la proximidad y, hasta la ternura, rezuman la mayoría de sus cartas a los Hermanos.
Insiste en dos cartas al H. Bartolomé, en Ampuis (Ródano), sugiriéndole que sea modelo de paternidad y amor a los niños. Termina así: “Tengo el honor de ser vuestro muy afectuoso padre en Jesús, María y José”. (Cartas del 3/1/1831 y 1/11/1831).
“Persuadámonos bien de que no tenemos más que un gran enemigo, que somos nosotros. Sólo nosotros podemos hacernos daño, ninguno más. Dios ha dicho al malvado: “Llegarás hasta aquí, y no más”. (Carta al H. Antonio y comunidad de Milery (Ródano), 15/8/1830).
“En fin, Dios en su misericordia, quizás en su justicia, al fin me devuelve la salud. Tranquilizo a mis hijos, les digo que no teman nada, que yo compartiré todos sus infortunios y el último trozo de pan”. (Carta a M. Juan Cholleton, Vicario General, agosto 1833).
“Usted lo sabe mejor que yo, señor Vicario, el pez no puede vivir mucho tiempo fuera del agua; sólo el retiro y las grandes verdades meditadas pueden mantener el espíritu religioso.” (Carta a M. Juan Cholleton, 8/9/1834).
“Sí, muy queridos hermanos religiosos e hijos de María, vuestra gloria debe ser imitar y seguir a Jesucristo. Tengo el honor de ser vuestro servicial y afectuoso padre en Jesús y María”. (Carta circular del 19/1/1836).
“Aún no estoy al término de mis miserias (intenta en París que le aprueben la obra y no avanza el proceso). Ruegue por mí, tengo mucha necesidad de ello. Crea usted que no olvido a ningún miembro de la sociedad. Todos me son demasiado queridos. Dígales a todos cuánto espero de sus oraciones. A Dios y a María, ahora y en la eternidad.. Champagnat”. (Carta al H. Francisco, 20/5/1938).
“Hemos comenzado este año el establecimiento de Grange-Payre. María, sí, sólo María es nuestra prosperidad, sin María no somos nada y con María lo tenemos todo, porque María tiene siempre a su adorable Hijos entre sus brazos o en su corazón”. (Carta a M. Pompallier, ya en Oceanía. 2/5/ 1838).
“Muy queridos hermanos. Cómo me gusta anunciaros un pequeño descanso en vuestros penosos trabajos. Venid todos a reuniros y a recalentaros en el santuario que os ha visto convertiros en hijos de la más tierna de las madres… Mis muy queridos Hermanos, cuánto os amo”. (Circular anunciando las vacaciones. 21/8/1838).
“Otro buen medio para adquirir las virtudes religiosas es, como usted bien sabe, mi buen amigo, la práctica de la santa presencia de Dios, recomendado por todos los maestros de la vida espiritual”. (Carta al H. Avit, en Pélussin (Loira), 10/3/1839).
“No debe usted dudar de mi cariño hacia usted. Dios, querido hijo, le concederá la perseverancia, de la que .depende su salvación. Si se la pide por intercesión de María, la obtendrá, no lo dudo. Camine todos los días de su vida en la santa presencia de Dios”. (Carta al H. Basin, en S. Paul-en-Jarret (Loira), 23/2/1839).
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NOTAS: (1) Nuevo Testamento. Versión de Juan Mateos y L. Alonso Schökeel. Ed Cristiandad. 1974.
(2) Teresa de Jesús. Obras completas. Ed. Monte Carmelo. Burgos. 1977. Los textos presentados son especialmente referidos a “la interioridad” de la abulense, al profundo conocimiento de sí misma.
(3) Crónicas maristas. V. Cartas del P. Champagnat. Ed. Luis Vives. 1989. La mayoría de las Cartas reiteran el apelativo “Hermano”, lo que justifica el sentido familiar de los textos. Lo mismo pasa con la expresión “Hijos de Dios”, refiriéndose a la persona creyente. El encabezamiento de las Cartas del P. Champagnat hasta el 29 de agosto de 1831 es este: “Vivan Jesús, María y San José”. Luego lo simplificará así: “V. J. M. J.”
En la “Regla de Vida”, ed. 2021. Arts. 25-34, hay una muy buena exposición de este tema fundamental.
H. José María Corral Caballero